Impacto del disturbio humano en las aves playeras migratorias
Durante el periodo de confinamiento provocado por el virus SARS-CoV-2, seguro leímos alguna noticia acerca de cómo diversos seres vivos retomaron algunos espacios; pavorreales silvestres caminando por alguna avenida, jabalíes, osos, mapaches, venados… Más allá del asombro al ver una fotografía de un puma en plena calle, nos podemos dar un momento para reflexionar acerca de cómo es nuestra relación con el entorno que habitamos. Un ejemplo de cómo la humanidad altera los hábitats de seres vivos son los resultados del estudio realizado por el Dr. Eduardo Palacios, investigador del CICESE Unidad La Paz (ULP), y por el MC Jonathan Vargas, quienes evaluaron el efecto del disturbio humano en la densidad de aves playeras en la ensenada de La Paz*, al sureste de la península de Baja California. El disturbio humano, indicó el Dr. Eduardo Palacios, es una amenaza crítica para la conservación de las aves playeras. Podemos definirlo como cualquier actividad humana que interrumpe las actividades normales o la distribución de aves playeras en comparación con una situación sin tal actividad. “Cuando las aves playeras perciben el disturbio humano como riesgo de depredación, hay un costo energético, ya que realizan vuelos de evasión y gastan energía. Esto reduce el tiempo de alimentación y descanso porque lo invierten en vigilar. En el caso de cambios en la distribución, las aves playeras se desplazan a localidades con menor disturbio, pero éstas podrían ser menos productivas en cuanto a alimentación. Por ende, hay una cuestión de degradación de la calidad del hábitat por razón o a raíz del disturbio humano que sucede en un sitio. El problema es cuando no hay localidades alternativas para que las aves se muevan”, explicó el Dr. Palacios. El académico de la Unidad La Paz del CICESE explicó que durante la época reproductiva el impacto del disturbio humano es indiscutible, es algo bien documentado. Durante la época no reproductiva, que es el caso de este trabajo, el impacto es más sutil y es difícil demostrarlo. Cuando se habla de ello se le denomina impacto potencial.
El levantamiento de datos abarcó otoño, invierno y primavera; es decir, que incluyó los meses en que migran estas aves playeras (otoño y primavera). “Lo que hicimos fue averiguar si la tasa de disturbio humano tenía un impacto en la abundancia de aves playeras en un sitio. Diseñamos un tipo de muestreo en el cual había unidades como parcelas, en cada una de las 12 unidades de muestreo (UDM) y en cada parcela contábamos cuántas aves había y cuánto disturbio había al mismo tiempo, lo realizábamos en un período de 30 minutos en promedio en cada parcela” compartió.
Algunas de las covariables utilizadas fueron clasificar a las aves playeras por tamaños (grandes, pequeñas y medianas) y por técnica de alimentación (visual o táctil). Entre las aves playeras grandes encontramos al zarapito pico largo (Numenius americanus) y al picopando canelo (Limosa fedoa). Entre las aves de tamaño mediano está el chorlito gris (Pluvialis squatarola), y dos de las epecies más abundantes en la categoría de aves playeras pequeñas son: el playerito occidental (Calidris mauri) y el chorlito semipalmeado (Calidris semipalmatus). Dentro de las 12 UDM se contabilizaron 96 mil 797 aves playeras. El playerito occidental (Calidris mauri) fue el ave más representada con 67% de los avistamientos. Del total de perturbaciones potenciales, más de 80% estaban relacionadas con disturbios humanos, 15% fueron disturbios naturales, ocasionados por depredadores aéreos (aves de presa). El Dr. Palacios indicó que la perturbación antropogénica cerca de áreas urbanas, como en las playas arenosas de El Comitán y El Centenario, fue mayor que en lugares menos accesibles como las marismas de Chametla.
Los tres principales disturbios humanos fueron: en primer lugar personas solas, en grupo, con perros con correa o realizando alguna actividad recreativa. En segundo lugar vehículos tripulados y el último, perros sueltos. Éstos –indicó Palacios- en ocasiones son de casas de los alrededores o de personas que llevan a sus mascotas a la playa, los sueltan y persiguen a las aves. “Algo interesante que encontramos fue que existe una relación positiva de la abundancia de aves playeras con el disturbio natural. Al inicio pensábamos que la presencia de aves rapaces, que se alimentan de aves playeras, tendría un efecto negativo, pero no fue así. Entonces eso lo usamos como ruido de fondo o disturbio de fondo y el disturbio por aves rapaces fue mucho menor que el disturbio humano, o sea, el número de veces que una rapaz perturbó a las aves fue mucho menor que el de humanos” compartió. El Dr. Palacios agregó que se esperaba que las aves playeras cuya técnica de alimentación es visual fueran las más afectadas, pero los resultados del estudio mostraron que ambos grupos de aves, visuales y táctiles o sondeadoras, se vieron afectadas por los disturbios humanos. En cuanto al tamaño, se encontró que las aves playeras migratorias grandes y medianas no se vieron afectadas por los disturbios humanos observados, por el contrario las aves pequeñas sí se vieron afectadas de manera negativa y significativa. El estudio realizado en el CICESE ULP sugiere que la calidad del hábitat en la ensenada de La Paz para las aves playeras podría mejorarse reduciendo las posibles causas humanas de perturbación. Una de las primeras acciones que proponen es realizar campañas de educación ambiental y concientización de los disturbios humanos, pues según consideró, “no es prohibir la entrada a personas a estos sitios, es aprender a convivir”. “Aunque otras covariables también influyen en explicar la abundancia de aves playeras en un sitio, al controlarlas o al tenerlas en cuenta, el disturbio humano aún sigue siendo significativo e influye de manera negativa. Entre más disturbio se espera que haya menos aves playeras, esto tiene que ser tomado en cuenta para este sitio y podría ser tomado en cuenta para otros sitios dentro del corredor migratorio del Pacífico. "El reto ahora es mostrar que la relación que encontramos en la ensenada de La Paz tiene consecuencias poblacionales; es decir que la supervivencia o la reproducción se vea comprometida a causa del disturbio humano. Una hipótesis es que podría tener efectos de arrastre, esto quiere decir que por no haber tenido un invierno donde reunieron las energías necesarias para ir a sus zonas de anidación, lleguen en condiciones no óptimas para la reproducción y no tener éxito reproductivo” finalizó Para ver el seminario sobre la investigación completa puede visitar el siguiente enlace: https://bluejeans.com/s/VrxbAz3Kai2 *Sitio de Importancia Regional según la Red Hemisférica de Reservas de Aves Playeras; humedal prioritario para las aves playeras en México; área incluida en el AICA (Áreas de Importancia para la Conservación de las Aves en México) y es considerada como sitio Ramsar. |