Disciplina, tozudez, amor por la ciencia: conmemorando el 11F en el CICESE




50 Aniversario

Pese a adversidades, como carencias económicas, acoso sexual, opresión social, desigualdad de oportunidades, intimidación, estereotipos, discriminación… ocho mujeres del CICESE –cinco investigadoras y tres estudiantes de posgrado– han logrado forjar su nicho en el mundo de la academia.

Sin falsos escenarios –ni blanco, ni negro–, sino hablando de sus realidades con un amplio espectro de grises, las investigadoras Lorena Durán, Lydia Ladah, María del Carmen Maya, Mónica Tentori, Zayre González, y las estudiantes Claudia Espinoza, Brenda Iduarte y Gloria Salinas compartieron fragmentos de sus historias por el camino de la ciencia con 44 mujeres estudiantes de nueve secundarias y cinco preparatorias de Ensenada, Baja California.

Lo anterior para sumarse al Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia (11F), que se conmemora cada 11 de febrero desde 2016, con el fin de visibilizar el trabajo de las mujeres dedicadas a las áreas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), que las niñas y jóvenes identifiquen estas áreas como opciones profesionales y promover prácticas que conduzcan a la igualdad de género en el ámbito científico. De acuerdo con cifras de la UNESCO a nivel mundial, se estima que, aunque las mujeres representan 33% de todos los investigadores, sólo 12% de los miembros de las academias científicas son mujeres.

Este 2023, el CICESE conmemoró el 11F con una mesa de análisis y reflexión del tema y visitas a doce laboratorios del Centro, el viernes 10 de febrero. La selección de alumnas estuvo a cargo del Departamento de Educación Municipal, Ensenada.

La sede

El Salón de Usos Múltiples (SUM) del CICESE fue el escenario donde una gran mesa rectangular favoreció el diálogo horizontal entre las cinco investigadoras del CICESE y las tres estudiantes que participaron en el programa Mentoras en la ciencia–Mentees del British Council. Tras la bienvenida en voz de Carmen Paniagua, directora de la División de Oceanología, siguieron los ocho testimonios de cinco minutos cada uno, bajo la moderación de la misma Dra. Paniagua.

Abierto el espacio para preguntas o comentarios de las 44 estudiantes solo una se animó a preguntar en la sesión plenaria. Portando su uniforme escolar –excepto cuatro alumnas de una institución privada– y acompañadas siempre por un o una tutora responsable, las adolescentes y jóvenes optaron por conversar, abrazar, tomarse fotos con las investigadoras y estudiantes del CICESE durante el espacio de convivencia posterior a la mesa de análisis y previo al recorrido por los laboratorios.

Las historias

Lorena Durán Riveroll, investigadora por México (antes Cátedra-Conacyt) adscrita al CICESE, estudió dos licenciaturas, en Ingeniería Bioquímica y en Lengua y Literatura. Posteriormente adquirió los grados de maestría y doctorado en Ciencias Marinas en La Paz, Baja California Sur, y obtuvo la presea Lázaro Cárdenas por su trabajo doctoral.

Contratada por el Conacyt, por el entonces programa Cátedra, Lorena se trasladó con su familia (compañero e hijo) de La Paz a la Ciudad de México. Con grandes expectativas, llegó al Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM, donde sufrió hostigamiento sexual y laboral.

Denunció a su agresor y libró una ardua batalla que a ella la dejó sin empleo en el ICML y a aquél sin su nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores. El agresor siguió, sigue en funciones. Afortunadamente, el CONACYT examinó el caso y comprobada la productividad académica de Lorena pudo llegar como investigadora al Departamento de Biotecnología Marina del CICESE donde hoy ejerce la docencia, la investigación y el activismo en apoyo a las mujeres en ciencia.

Lydia Ladah no ocultó su emoción. Por momentos sus palabras tropezaron con un nudo en la garganta. Conmovida hasta las lágrimas, Lydia dejó en claro su amor por la ciencia, el surf, su familia, su compromiso por contribuir a romper estigmas y construir a favor de la equidad de género.

Nació en Estados Unidos, mientras sus padres de origen árabe concluían sus doctorados, pero la infancia y adolescencia de Lydia transcurrió en Arabia Saudita, un país donde aún ahora costumbres, tradiciones, tabúes y leyes se imponen y discriminan a las mujeres en casi todos los aspectos de su vida. “Toda mi vida me dijeron que no podía hacer lo que yo quería”.

Joven salió de Arabia y estudió bioquímica en Estados Unidos. Concluida la licenciatura, al ver de cerca genocidios, conflictos étnicos y la revolución en Palestina, se alistó como voluntaria en clínicas de Amnistía Internacional y ratificó su compromiso con la lucha feminista.

Regresó a la academia a Estados Unidos donde a los 22 años concluyó la maestría en biología molecular, pero no era feliz en ese ambiente desigual entre hombres y mujeres, así que se mudó a California a practicar lo que más amaba: el surf, aunque por ello tuviera que trabajar como mesera para sobrevivir.

Fue un periodo de incertidumbre, autodestrucción y miedo que poco a poco fue disipándose al llegar a Baja California. La isla de Todos Santos le ofreció potentes olas para surfear, una comunidad receptiva, un mentor de la UABC y nuevo interés de estudio: los bosques de algas, el mundo de Macrocystis pyrifera, que la animaron a cursar el doctorado en oceanografía física en la UABC. Su spanglish y sus malas notas en física no fueron obstáculo para concentrarse en sus nuevas metas.

Actualmente es investigadora del Departamento de Oceanografía Biológica del CICESE y posee el nivel III del Sistema Nacional de Investigadores.

Carmen Maya creció en una colonia de la periferia de la hoy Ciudad de México y los límites del Estado de México. De padres comerciantes forjados en el trabajo, Carmen recordó a la niña que pese a limitaciones económicas jugaba feliz en la calle, en otro tiempo, cuando todo era seguro.

Al concluir la vocacional, estudió Ingeniería en Electrónica y Telecomunicaciones en el Instituto Politécnico Nacional donde el primer semestre se observaban 15 grupos de 45 estudiantes: 40 hombres y 5 mujeres, la mayoría hijos de obreros, empleados, comerciantes.

Trasladarse de su casa al Poli implicaba 4 horas de trayecto en transporte público (dos de ida, dos de vuelta) que Carmen aprovechaba para estudiar, leer, comer, dormir. Entre horas clase y transporte, ella pasaba todo el día fuera del hogar que para sobrevivir requería del trabajo de todos.

Cuestionada por su padre, Carmen hizo un trato: si paso el primer semestre sigo estudiando, si no me regreso a trabajar. El plazo fue suficiente para forjar en Carmen el coraje, la disciplina y el interés suficiente para no declinar: “de aquí nadie me saca”.

Concluida la ingeniería, llegó becada al CICESE a estudiar la maestría en Electrónica y Telecomunicaciones y más tarde cruzó el Atlántico para concluir un doctorado en Barcelona, España. No ajena a desplantes machistas, Carmen dijo aquilatar más los apoyos recibidos que las desavenencias e invitó a las jóvenes a hacer lo que les gusta, quieren, disfrutan, ¡Ustedes pueden!

Mónica Tentori estudió ciencias de la computación en la UABC y la maestría y el doctorado en la misma especialidad en el CICESE donde hoy es investigadora titular y, a veces, aún debe repeler la categoría alumna y validar su estatus.

De acuerdo con datos proporcionados por ella, las mujeres se encuentran subrepresentadas en los niveles más altos de las carreras profesionales y continúan siendo una minoría en muchos campos de las áreas STEM, apenas un 28% que evidencia una disparidad de género y una realidad: la mujer científica debe trabajar más arduamente.

Con estudios desde la primaria hasta el posgrado realizados en Ensenada, Mónica destacó las ventajas que ofrece esta ciudad por su oferta educativa y por contar con el mayor número de científicos por habitantes per capita. “No hay límites, hay que usar nuestras capacidades al máximo”.

Poseedora de diversos reconocimientos, mencionó uno en particular por su relevancia: en 2013 ganó la beca Microsoft Research Faculty Fellowship, por sus investigaciones en su área para el cuidado de la salud y el bienestar social; la única de México, la única mujer de América latina y la única de la planta académica del CICESE.

Claudia Espinoza, originaria de Sonora, hija única de padres divorciados, al concluir la preparatoria debió dejar la comodidad del hogar para venir a Ensenada a cursar la carrera de ingeniería en nanotecnología, la que ella eligió, frente a los resultados no concluyentes de las pruebas de orientación vocacional: medicina, química, física… ¿cuál?

Vivir sola y estudiar una carrera donde la mayoría de los estudiantes eran hombres, no fue fácil, sí intimidante por momentos pero mayoritariamente estimulante para encontrar inspiración en los laboratorios y las investigaciones en nanomateriales que hoy la tienen cursando el doctorado en nanociencias, un programa conjunto entre el CICESE y la UNAM.

Zayre González, única mujer entre cuatro hermanos, desde niña siempre dijo que quería ser científica; no sabía exactamente qué significaba eso, pero le gustaba hacer experimentos y explorar la naturaleza física. De padres normalistas, sus juguetes incluían microscopios y juegos de química. Estudió ingeniería química en su natal Toluca; después una maestría en Guanajuato, con diez hombres y dos mujeres como compañeros de clase, y en ese periodo tuvo la oportunidad de realizar una estancia académica en Suecia.

La estancia y su deseo por conocer más la condujeron a estudiar el doctorado en Alemania, en geología, y años después regresar a México a través del programa de repatriación del Conacyt. La repatriación la condujo al Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, pero después de cinco años de trabajo ahí, con varias vicisitudes laborales, y el accidente nuclear de Fukushima (2011) la hicieron preguntarse ¿qué hago aquí?

Por concurso de selección llegó al CICESE donde es investigadora y actual jefa del Departamento de Geología, integrado por dos mujeres y 28 hombres, que pertenece a la división académica del centro con menos investigadoras: solo tres mujeres. Su deseo de ser científica se concretó con tenacidad y la mantiene en acción porque le apasiona lo que hace y ha sabido guiarse reconociendo sus propias fortalezas y debilidades.

Brenda Iduarte contó cómo creció en una colonia de la periferia de Tijuana donde era más fácil que te vendieran droga que salir a jugar. De sus padres recibió todo el apoyo para que estudiara y ella hizo suyo el compromiso de ser siempre una alumna de buenas notas. “Era la niña que sacaba diez para ganar becas y tener dinero para estudiar”.

En su camino por escuelas públicas descubrió que el español y las áreas administrativas le aburrían, aunque estudiar en secundaria y preparatoria técnicas le dieron destrezas contables y administrativas para ser becaria y tener los ingresos que le permitieran comprar sus libros.

Fue en su trabajo en la biblioteca de la preparatoria donde comenzó su búsqueda en ciencias, en temas como química avanzada, que no entendía nada, y la orientación de una profesora que la animó a presentar algún ensayo de la colección La ciencia para todos, del Fondo de Cultura Económica. Lo intentó con dos libros El tiempo, la vida y la muerte, y Hormonas mensajeras. No ganó el concurso, “los ensayos no se me daban”, pero “me explotó la cabeza” al acercarse al mundo de las hormonas y sus entresijos en el cuerpo humano. “Yo quiero estudiar esto”.

Aquellas lecturas y la visita a laboratorios de la UABC, donde trabajaba la mamá de una amiga, la ayudaron a seguir el camino que hoy la tiene como estudiante del doctorado en ciencias de la vida en el CICESE.

Gloria Salinas nació en Ciudad Juárez, Chihuahua. Nunca se había planteado ser científica, pero “la vida me ha llevado por diversas vertientes”. En la preparatoria su maestra de química se esforzaba porque sus alumnos realmente entendieran, aprendieran, recolectaba fondos y materiales y así comenzó el Club de ciencias en el cual Gloria estuvo hasta que por cuestiones personales debió salir de Juárez y llegar a Ensenada.

En el puerto concluyó su último grado de preparatoria con la nostalgia de haber dejado sus amistades, su espacio, su club. Tuvo la oportunidad de asistir a la expo ciencia y tecnología que organiza la UABC y ahí resurgió la chispa de las ciencias. Estudió bioingeniería por ser un área multidisciplinaria, se fue a una estancia académica a la Ciudad de México.

A su regreso tocó puertas en el Centro de Nanociencias y Nanotecnología, donde conoció el trabajo de la Dra. Karla Oyuki, el cultivo celular y ahí resurgió la chispa de aquel lejano club de ciencias en su lejano Juárez. Así comenzó la Maestría en Nanociencias, el posgrado conjunto UNAM-CICESE donde vivió enormes retos académicos y por su debut como mamá de su primer hijo cuando cursaba el primer año de la maestría.

Gracias al apoyo de su asesora y su familia, Gloria no solo concluyó la maestría, sino que ahora cursa el doctorado y espera la llegada de su segundo bebé. “Han sido períodos de pies cansados, pero el corazón bailando”.

El recorrido por laboratorios del CICESE

Concluida la mesa de análisis, las estudiantes y sus tutores conocieron dos laboratorios del CICESE. En esta ocasión abrieron sus puertas 12 laboratorios, cuya actividad del día fue responsabilidad de las siguientes investigadoras, pero que también contaron con el apoyo de otras investigadoras, postdoctorantes, técnicas y estudiantes de ambos sexos:

  • Laboratorio Producción de Abulones, Dra. Fabiola Lafarga de la Cruz
  • Laboratorio de Biotecnología de Algas, Dra. M. del Pilar Sánchez Saavedra
  • Red Sísmica del Noroeste de México, Dra. Ewa Glowacka
  • Laboratorio de Tectonofísica y Flujo de Calor. Dra. Raquel Negrete Aranda
  • Laboratorio de Microbiología, Dra. Ernestina Castro Longoria
  • Museo de Artrópodos de Baja California, Dra. Sara Ceccarelli
  • Laboratorio de Innovación Biomédica: especialidad Biología Mitocondrial, Dra. Carolina Álvarez Delgado, y especialidad en Biomateriales, Dra. Ana Bertha Castro Ceseña
  • Laboratorio de interacciones no lineales y óptica cuántica, Dra. Karina Garay Palmett
  • Laboratorio de energías renovables, Dra. Ivett Zavala Guillén
  • Laboratorio de pulsos ultracortos y procesamiento de materiales, Dras. Paulina Segovia Olvera y Mariela Flores Castañeda
  • Laboratorio Húmedo en Subnargena, Dra. Patricia Juárez Camacho

 

Palabras clave: Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, STEM, 11F

siguiente