Nicolás Grijalva y el origen del CICESE




Vinculación

En más de una ocasión me ha tocado leer: “El CICESE fue creado por decreto presidencial el 18 de septiembre de 1973…”

Aquí en confianza les puedo confesar que siempre me ha parecido una frase poco afortunada.

En el ámbito político, un presidente de la república o un gobernador pueden decretar la creación o desaparición de todo tipo de dependencias oficiales. Eso lo sabemos desde siempre. Pero una institución académica, una buena institución académica, regularmente surge a partir de la visión, de la voluntad y del trabajo de otros académicos; de sus sueños.

Por eso es importante la directiva de la actual administración del Dr. David Covarrubias, de reconocer las raíces del CICESE y distinguir a aquellas personas que han contribuido en la creación, desarrollo y consolidación de nuestra institución. Es el caso de la dedicación del edificio de la biblioteca, que ahora lleva el nombre del Dr. Nicolás Grijalva y Ortiz, cuya placa recién develada (15 de septiembre de 2021) reconoce su trayectoria científica, su gran pasión, entrega y su legado a este centro.

La historia que les voy a contar, la del doctor Nicolás Grijalva y el origen del CICESE, comienza casi una década atrás de la fecha reconocida como oficial.

Todos sabemos que la oceanografía es una ciencia muy joven en México, pero pocos conocen que Nicolás Grijalva fue el primer oceanógrafo mexicano, luego de que obtuvo su doctorado en Alemania en 1964.

Antes de regresar a México tuvo oportunidad de conocer instituciones de mucho prestigio, como el Instituto de Merreskunde en Hamburgo; el Instituto de Oceanografía en Bergen, Noruega, o el Instituto de Estadísticas, en Copenhaguen, en Dinamarca. El deseo de tener una institución semejante en nuestro país parece que comenzó a gestarse con estas visitas.

Al regresar a México ingresó como investigador en el Instituto de Geofísica de la UNAM, donde fue pionero en modelación numérica. En 1966 conoció en un congreso en Moscú al Dr. Charles S. Cox, profesor del Instituto Scripps de Oceanografía, en La Jolla, California, quien no solo lo invitó a trabajar con él en esta institución, la más importante en la costa oeste de Estados Unidos, sino que lo alentó a colaborar con la Escuela Superior de Ciencias Marinas de la Universidad Autónoma de Baja California, localizada a escasos 120 kilómetros, en Ensenada.

Por invitación del Dr. Charles S. Cox, comenzó a trabajar en el Sripps Institution of Oceanography, en La Jolla, en 1968.

Esta escuela había sido fundada en 1960, y prácticamente desde su origen había recibido el apoyo decidido de varios profesores de Scripps, como Gordon Groves, Hebert York, Myrl Hendershot y el mismo Cox, entre otros. Debe reconocerse que estos investigadores, en los años sesenta, fueron los promotores de la ciencia en Ensenada.

Nicolás Grijalva se trasladó de la ciudad de México a La Jolla en 1968; al poco tiempo visitó Ensenada y conoció las instalaciones de la Escuela de Ciencias Marinas. Por invitación del director, Gabriel Ferrer del Villar, comenzó a dar clases de matemáticas y de oceanografía física. En julio de 1969 fue nombrado director. En su breve gestión, pues duró solo hasta diciembre de 1970, se cambió el mapa curricular de la carrera, se adquirió un terreno frente a la costa, se renovaron los laboratorios, se contrataron maestros de tiempo completo y se graduaron los primeros alumnos, entre otros María Luisa Argote, Saúl Álvarez Borrego y Leonel López de los Ríos.

Aquí las palabras del propio Nicolás Grijalva: “Yo era director de la Escuela Superior de Ciencias Marinas y veía a los alumnos que entraban y salían de aquel lugar, una especie de bodega adaptada para tener salones, auditorio y administración. Los maestros, salvo unos cuantos, no eran científicos, sino ingenieros y profesionistas.

Escuela Superior de Ciencias Marinas de la UABC. El doctor Grijalva comenzó a dar clases en 1968. En julio de 1969 fue nombrado director, cargo que dejó en diciembre de 1970.

“Pensaba que era injusto lanzar a los egresados a un mundo que los esperaba con ansia, sin estar lo suficientemente preparados para las tareas de un oceanólogo. Necesitaban prepararse y estudiar un posgrado o una especialización. En parte de ahí brotó el proyecto; quería que existiera un lugar adecuado y que los estudiantes tuvieran mejor preparación.”

Esta idea de crear en Ensenada un centro científico con estudios de posgrado lo propuso a la Universidad Autónoma de Baja California. No la aceptaron.

Por eso, cuando se enteró que en noviembre de 1969 Luis Echeverría, entonces candidato presidencial, iba a recorrer la península de Baja California en busca del voto, envió una delegación de estudiantes a La Paz para invitarlo a que visitara Ciencias Marinas. Él aceptó. Prepararon el salón de actos en el bodegón que ocupaba entonces la escuela en la calle Primera, donde hoy está el Colegio de Bachilleres, y ahí en la entrada le presentó el proyecto que pretendía la fundación de un centro científico de buen nivel “para descentralizar la investigación de la ciudad de México, educar a nuestros científicos en nuestro propio país, abrir oportunidades de trabajo y posgrado a los estudiantes de la Escuela Superior de Ciencias Marinas, crear un centro de investigación cerca de los recursos naturales objeto de aquella y, por último, contar con centros de investigación de renombre mundial cerca, para la formulación de convenios de trabajo”.

Esta idea ya la había platicado con el núcleo de investigadores y amigos que tenía en Scripps, incluyendo el director, William Nieremberg. Les pareció magnífica y ofrecieron su apoyo.

Cuando terminó su gestión como director de Ciencias Marinas regresó al Instituto de Geofísica, pero también pasaba tres meses al año en Scripps. Estando en la ciudad de México, su amigo, el Dr. Arcadio Poveda, director del Instituto de Astronomía, le preguntó en una ocasión si seguía con la idea de crear un centro científico en Ensenada. “Te voy a ayudar”, le prometió.

Mientras todo esto se estaba gestando acá, en la porción más alejada de México, Luis Echeverría asumió en diciembre de 1970 la presidencia de la república. Una de sus primeras acciones, a los días de asumir el cargo, fue crear el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el CONACYT, designando como primer director al Ing. Eugenio Méndez Docurro, padre de nuestro director de Física Aplicada, Eugenio Méndez.

El asunto es que el presidente Echeverría no olvidó su compromiso de apoyar la propuesta de Nicolás Grijalva. En 1971, en una visita que hizo a este puerto para apadrinar una nueva generación de oceanólogos, coincidieron en la ceremonia y, en ella, el ingeniero Méndez Docurro dijo que el centro que se propuso para Ensenada había sido aprobado y nombró al Dr. Grijalva como autor de la idea.

Bien, se tenía ya la aprobación de eso: una idea. Ahora venía lo bueno: concretarla.

Nuevamente las palabras de Nicolás Grijalva: “Ya de regreso en México, el Dr. Poveda me ayudó en gran forma. Me presentó al Dr. Guillermo Soberón, director del Consejo Técnico de la Investigación Científica de la UNAM, a quien la idea le pareció muy bien. Nos indicó que era el CONACYT quien nos apoyaría, pero antes, debía formular un proyecto que, de ser aprobado por los directores que formaban el consejo, la UNAM pediría al CONACYT que lo subvencionara”.

“Se estaba construyendo el Observatorio Astronómico Nacional en la sierra de San Pedro Mártir y luego se fundó una sección del Instituto de Astronomía en Ensenada. Todo esto bajo la dirección del Dr. Poveda. En esto lo ayudé con mi granito de arena. Una vez comentamos él y yo: “Vamos a hacer de Ensenada una ciudad universitaria”.

La aprobación del proyecto no fue fácil. Lo primero que hizo el CONACYT fue enviar una comisión de científicos a Baja California. El jefe de la misión fue el Dr. Raúl Ondarza Vidaurreta, coordinador de Comités para Proyectos del CONACYT, quien vino acompañado por los doctores Emmanuel Méndez Palma, director de Becas, y Remigio Valdés, Secretario Técnico, ambos del CONACYT, así como por los doctores Arcadio Poveda y Diego Córdoba, de la UNAM. Y desde luego, por Nicolás Grijalva .

Esta comisión realizó varias entrevistas: con el gobernador del estado, Milton Castellanos; con el presidente municipal de Ensenada, Octavio Pérez Pazuengo; con el director de Ciencias Marinas, Carlos de Alba Pérez, con el director del Instituto de Investigaciones Oceanológicas, Katsuo Nishikawa y con el rector de la UABC en Mexicali, Luis López Moctezuma. También visitaron Scripps, donde les aseguraron su apoyo docente y para la investigación.

En forma paralela, Nicolás Grijalva ocupó un cubículo en el Instituto de Astronomía por invitación de Arcadio Poveda, y se puso a llenar formatos, proponer la investigación y calcular los gastos.

El Instituto de Geofísica de la UNAM avaló en 1972 el proyecto 027 “Estudios oceanográficos en aguas adyacentes al territorio nacional”, financiado por el CONACYT, que dio origen al actual CICESE.

El propio doctor Grijalva lo relata así: “Pasé meses dedicado a imaginar lo que se debía hacer, pues carecía de experiencia en labores administrativas. Finalmente conseguí la aprobación de la UNAM y el proyecto se presentó al CONACYT. Fue el proyecto número 027 “Estudios oceanográficos en aguas adyacentes al territorio nacional”. El director fui yo, de la UNAM, y la subdirectora fue María Luisa Argote, de Ensenada, ex alumna de Ciencias Marinas que se dedicaba a la oceanografía física en el Instituto de Investigaciones Oceanológicas. El proyecto fue aprobado el 22 de abril de 1972 con un presupuesto inicial de 8.1 millones de pesos. Se propusieron tres investigaciones: las mareas, las corrientes y el oleaje en la Bahía de Todos Santos y frente a las islas Guadalupe.”

Con la aprobación de este proyecto, el CONACYT, bajo la dirección del Ing. Eugenio Méndez Docurro, dio a conocer la creación de este centro de investigación en Ensenada. Esto ocurrió en julio de 1972.

Las primeras instalaciones del centro fueron cuatro locales rentados en la esquina de las calles 9 y Gastélum, en el centro de Ensenada.

El proyecto 027 empezó a ser conocido con la realización de una reunión de la Unión Geofísica Mexicana a la que asistieron numerosos científicos nacionales y algunos americanos. Entre otros estuvo el doctor Cina Lomnitz, brillante sismólogo. Se formó entonces la sección de Ciencias de la Tierra, con el maestro en ciencias Juan Antonio Madrid, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM. Otro asistente fue el doctor John Freeman, de la Universidad de Saint Thomas en Houston, Texas. Con él se inició una cooperación sobre meteorología y oleaje.

Al centro, el Dr. Grijalva instalando el observatorio de nivel del mar en Puerto Balleto, Islas Marías, 1973.

Aquel verano llegaron los primeros estudiantes. Fueron unos 10, entre físicos, matemáticos y oceanólogos, algunos provenientes de la ciudad de México y otros egresados de Ciencias Marinas; todos becados por la ANUIES y el CONACYT. Entre ellos estaban Carolina Morales, Alberto Amador, Leonel López de los Ríos, la propia María Luisa Argote, René Pinet, José Luis Ochoa, Artemio Gallegos. Posteriormente, con la visita de Cinna Lomnitz y de Juan Madrid González, quien venía a impartir cursos precisamente de geofísica, ingresaron Luis Munguía, Cecilio Rebollar y Armando Albores para estudiar Ciencias de la Tierra.

El Dr. Grijalva con los primeros estudiantes en 1972. De todos ellos, solo Luis Munguía (a su izquierda) continúa trabajando aquí, como investigador en Sismología.

Se formó un incipiente centro de cómputo con dos calculadoras que se anunciaban como computadoras, una Gamma y otra Wang, las primeras que existieron en la ciudad. En ese año el licenciado Pérez Pazuengo, presidente municipal de Ensenada, donó un terreno junto a la costa, vecino a la Escuela Superior de Ciencias Marinas. También se adquirió otro, frente al primero, en una ladera que tiene una vista magnífica. Creo que todos lo ubican perfectamente bien.

En enero de 1973 el Ing. Méndez Docurro dejó la dirección general del CONACYT para ser secretario de Comunicaciones y Transportes. Si bien el presupuesto para el proyecto fue suspendido temporalmente, el 22 de mayo se logró la autorización de un segundo proyecto de investigación para Ensenada, el proyecto 086 denominado “Investigación científica en instrumentación y física aplicada”, con duración de tres años y avalado por el Dr. Arcadio Poveda, director del Instituto de Astronomía.

El director de este proyecto fue el Dr. Harold Johnson, un investigador norteamericano que trabajaba en el Instituto de Astronomía de la UNAM, quien había llegado a Ensenada con su asistente, Fred Forbes. Él y la propia Universidad de Arizona donaron equipo científico con valor de 16 millones de dólares. Como codirector del proyecto se nombró al Dr. Mario Martínez García, quien había sido investigador de Astronomía. El CONACYT aprobó 7.1 millones de pesos para la operación de los primeros tres años. En junio de 1973 se rentó un local que había funcionado como almacén de muebles localizado en la esquina de la Av. Ruiz y la Calle Diecisiete. En este local se ubicaron, en principio, el taller mecánico, el nuevo departamento de Física Aplicada y el Centro de Cálculo.

El 22 de mayo de 1973 CONACYT aprobó el segundo proyecto a este centro, el 086 “Investigación científica en instrumentación y física aplicada”. En junio se rentó este edificio, en la esquina de la Ruiz y Calle 17.

El personal lo constituyeron tres grupos, los investigadores y profesores, los alumnos y el personal de servicios administrativos. Entre los primeros estaban Juan Antonio Madrid, Netzahualcoyotl Vélez, Mario Martínez, Martín Barrón, Harold Johnson, Fred Forbes, Niels Christiansen y Romeo Mercado. Entre el personal administrativo se contaba Carlos Góngora, Manuel Luna, Héctor Santos, Juan Legaspi, Armando Valenzuela, Rosa María Corona y María Amelia Aguirre. Posteriormente llegó Antonio Padilla. Al año se incorporó Marco Antonio Esponda. Se formó la primera biblioteca con unos libros donados por Nicolás Grijalva. Beatriz Morachis fue la primera bibliotecaria.

La vocación del centro podía resumirse así: Las actividades en oceanografía eran consecuencia lógica de la presencia de la Escuela de Ciencias Marinas y del Instituto Scripps. Además, los graduados de licenciatura proveerían de estudiantes a los programas de formación de recursos humanos en el nivel de posgrado. Las actividades de investigación en geofísica se justificaban plenamente por la alta actividad tectónica y sísmica de la península y del Golfo de California. Y el desarrollo de instrumentación electrónica y óptica se requería no solamente por las necesidades propias de la investigación oceanográfica y geofísica, sino también para apoyar el esfuerzo de la UNAM para establecer el Observatorio Astronómico en San Pedro Mártir.

La idea de crear en Ensenada un centro de estudios era ya un hecho. En la ciudad de México el Dr. Raúl Ondarza elaboró un preciso y detallado decreto que fue presentado al presidente de la república para su revisión y eventual aprobación y publicación.

Dr. Raúl Ondarza Vidaurreta

Ese mismo año se integró una Junta Directiva y un Consejo Técnico. La primera estuvo integrada por el Lic. Gerardo Bueno Zirión, director general del CONACYT, como presidente y como secretario el Dr. Ondarza. Como vocales fueron designados el Dr. Agustín Ayala Castañares, director de la Coordinación Técnica de Investigación Científica de la UNAM; el Dr. Guillermo Massieu Helguera, director del CINVESTAV del Instituto Politécnico Nacional y el Dr. Saúl Álvarez Borrego, director de la Escuela Superior de Ciencias Marinas de la UABC. La principal función de la Junta Directiva era discutir y, en su caso, sancionar actividades del centro y ver si cumplía con la misión y los objetivos, tanto en la investigación como en la docencia, que fueran útiles para el desarrollo de México.

Reunión de Junta de Gobierno en 1974. Preside el Lic. Alejandro Carrillo Castro, Secretario General del CONACYT. A su izquierda el Dr. Guillermo Massieu, director del CINVESTAV, y el Dr. Raúl Ondarza, coordinador de Comités del CONACYT. El Dr. Saúl Álvarez Borrego, director de la Unidad de Ciencias Marinas de la UABC, a su derecha, y de espaldas el Dr. Nicolás Grijalva Ortiz, director general del centro.

El Consejo Técnico quedó formada por los doctores Julián Adem, del Instituto de Geofísica de la UNAM; Juan Milton Garduño y Marcos Moshinsky, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Raúl Ondarza del CONACYT, Juan Madrid y Mario Martínez, ambos de Ensenada.

El 9 de agosto de 1973 se firmó el decreto de creación del nuevo centro de investigación, el cual se denominó Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE). Fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el martes 18 de septiembre de 1973. El decreto instituyó al CICESE como un organismo federal descentralizado de interés público, independiente, con presupuesto y patrimonios propios. Y con objetivos, además, ambiciosos: hacer investigación básica, aplicada y docencia a nivel de posgrado en oceanografía, geofísica y física aplicada.

Fue hasta el 17 de diciembre de 1973, tres meses después de la publicación del decreto, cuando oficialmente la Junta de Gobierno nombró al Dr. Grijalva como director general.

De septiembre de 1973 a finales de 1974 se vivieron crisis muy fuertes, propias de un centro que se estaba formando en el punto más alejado de la capital del país, a más de 3 mil kilómetros de distancia y en una ciudad con un desarrollo académico incipiente.

A lo largo de ese primer año y medio, los grupos de trabajo no podían integrarse debidamente pues los investigadores y sus familias no aceptaban las condiciones que el CICESE y Ensenada les ofrecían.

En noviembre de 1974 el Dr. Nicolás Grijalva tuvo que dejar la dirección del CICESE y regresar a la ciudad de México; Mario Martínez asumió provisionalmente la dirección del centro. A los pocos días Saúl Álvarez Borrego, quien era director de Ciencias Marinas y representante del rector de la universidad ante la Junta de Gobierno, fue nombrado delegado plenipotenciario de esta junta. Fue hasta febrero de 1975 cuando la máxima autoridad del centro, lo nombró director general interino.

Hace un mes escribí en TODoS@CICESE que los seres humanos tendemos a olvidar. En ocasiones estamos tan enfocados en ver hacia adelante, en crecer, en trazar objetivos, metas y en definir hacia dónde vamos, que pasamos por alto de dónde venimos. Las instituciones, como los seres humanos, no nacen por sí mismas; tampoco crecen y maduran por sí solas. Atrás de ese carácter propio e identidad única del CICESE, hay mil historias entre tejidas de quienes le dieron forma e hicieron que hoy sea uno de los mejores centros de investigación del país.

De entre estas historias destaca una, la de Nicolás Grijalva, un investigador mexicano que se atrevió a soñar. Por eso le damos las gracias, doctor Grijalva, por crear el CICESE y por hacer de Ensenada una verdadera ciudad universitaria.

 

Palabras clave: Origen del CICESE, Nicolás Grijalva, historia del CICESE

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