Disponibilidad de agua y desarrollo urbano, limitantes para la industria de vino en Baja California
Vitivinícolas serían aptas aun con los escenarios previstos de cambio climático
La presentación de resultados del proyecto Situación actual y bajo escenarios de cambio climático de la industria vitivinícola de Baja California, se realizó el pasado 26 de abril en el Museo del Vino, ante la presencia de vitivinicultores, empresarios y académicos, así como del secretario de Protección al Ambiente de Baja California, Dr. Efraín Nieblas Ortiz. Correspondió a la Dra. Tereza Cavazos Pérez, investigadora líder del proyecto, presentar de manera resumida la situación actual y bajo escenarios de cambio climático de la industria vitivinícola en la entidad, un estudio en el que participaron los doctores Leonardo Lizárraga, Rufina Hernández, Thomas Kretszchmar y Edgar Pavía, además de un técnico y cuatro estudiantes de maestría y doctorado del CICESE. Enfatizó nueve estrategias que se desprenden del estudio:
El estudio
Explicó que la industria del vino en los últimos 10 años se ha fortalecido significativamente en Baja California. La colaboración que han logrado establecer los vitivinicultores con el sector turismo y el restaurantero, ha permitido posicionar la Ruta del Vino a nivel nacional e internacional, y generar así un turismo eno-gastronómico de alto nivel. Este sector genera 3 por ciento del Producto Interno Bruto para el estado, y la producción de uvas ocupa el quinto lugar en importancia en la entidad. Si bien Baja California es el principal productor de vino en México -seguido de Querétaro, Coahuila y Zacatecas-, es Sonora quien produce más uvas, alcanzando en 2010 las 300 mil toneladas, la mayoría (72 por ciento) para mesa y producción de brandy. En Baja California ese año se produjeron 25 mil toneladas. La diferencia es de un orden de magnitud. Pero si bien se nota un decremento en el volumen de producción de uvas y superficie sembrada, hay un incremento de nuevas casas vitivinicultoras. En el caso de Baja California, actualmente hay más de 70 casas, la mitad de reciente creación (menos de 10 años). Y esto se debe en gran medida a la iniciativa novedosa y visionaria de crear la escuela de oficios en el ejido El Porvenir, en el Valle de Guadalupe, que ha permitido producir vinos nuevos, de buena calidad, que compiten con las grandes casas nacionales. Aún así, apenas 26 por ciento de los vinos que se consumen en nuestro país son nacionales: los altos impuestos (40 por ciento) que tasan los vinos mexicanos como artículos de lujo, hacen que 74 por ciento del consumo sean vinos extranjeros.
En cuanto a rendimiento por hectárea, el promedio de estas variedades es de 8 toneladas, en tanto el promedio de las variedades que se cultivan en Sonora es de 12 toneladas por hectárea.
Temperatura… calor… calorón… Se sabe que las principales regiones vitivinícolas se localizan principalmente en una franja donde las temperaturas promedio anuales van de los 12 a los 22 grados centígrados, con un clima de tipo Mediterráneo. Pero aparte de las temperaturas promedio, existen otros parámetros importantes como las temperaturas máximas y mínimas en época de crecimiento, que se pueden asociar a la acumulación de calor por temporada y esto, a su vez, está ligado a la formación de azúcares en la uva, es decir, a su dulzura. Conocer estos parámetros permite definir las llamadas Unidades de Calor, es decir, la cantidad de grados por día acumulados durante la temporada de crecimiento. En términos generales, las regiones aptas tienen una acumulación entre 1700 y 2000 unidades de calor entre abril y octubre. En Sonora sobrepasan las 3 mil unidades de calor; por eso producen uvas de mesa. En Mexicali rondan las 3 mil unidades y tienen el mismo tipo de cultivos, incluso pasitas, a diferencia de los valles en el municipio de Ensenada, que tienen entre 1500 y 2000 unidades. El valle de Napa, en California, tiene alrededor de 1500 unidades de calor. Los escenarios de cambio climático entre 2015 y 2039 para temperatura, unidades de calor y precipitación generados con un modelo británico, muestran que en Baja California siguen siendo viables los cultivos de vid (la temperatura promedio estaría en 20 grados centígrados), en tanto Parras de la Fuente, en Coahuila, pierde esta disposición (aunque habría que considerar que se localiza a 1500 metros de altitud). La viabilidad
Sin embargo, a finales de siglo se prevé para esta región un descenso de 9 por ciento en la precipitación de invierno, junto con un incremento en las lluvias de verano. Este aumento en la humedad relativa en verano sumado al aumento previsto en la temperatura, podría favorecer la permanencia de las enfermedades de la vid en el Valle de Guadalupe y su propagación a otros valles. Actualmente, existen tres plagas que generan diferentes afectaciones en la hoja y frutos de las vides en el Valle de Guadalupe: Mildiú, que es la más frecuente, oídio y la podredumbre gris. Sin embargo, el agua se podría considerar un problema más fuerte que estas plagas para la región. En 2025 se estima para Baja California, el estado más seco de México, una disponibilidad de menos de mil metros cúbicos por habitante, por año. La ONU clasifica este índice como extremadamente bajo. De 10 acuíferos que existen a lo largo de la región vitivinícola, sólo tres están en equilibrio: Las Palmas, Real del Castillo y San Vicente. El resto están sobreexplotados, presentan intrusión salina o están sobre concesionados, como es el caso del acuífero del Valle de Guadalupe, cuyo sobre-concesionamiento es el doble de lo óptimo. Si se considera solamente la precipitación, es decir, un escenario a finales del siglo con una disminución de 9 por ciento en la precipitación invernal, la recarga de acuíferos podría disminuir entre 1 y 2 millones de metros cúbicos en las siguientes décadas. Por ello, la Dra. Tereza Cavazos enfatizó que el desarrollo urbanístico en la llamada Ruta del Vino debe ser bien planeado, con visión a largo plazo y con objetivos centrados en la industria del vino. El tema, concluyó, debe ser apoyado transversalmente con acciones sustentables que permitan mantener la actividad vitivinícola por la que se reconoce a Baja California nacional e internacionalmente.
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