Doctores Orlov y Stepanov, los rusos distinguidos por el Conahcyt


Viajaron más de 10 mil kilómetros desde Rusia para quedarse en el CICESE



Ciencias físicas

Ambos trabajaban como investigadores en Rusia, sus carreras se consolidaban, eran padres de familia. Vivían a más de 10 mil kilómetros de México, para ellos un país ajeno, lejano. Nunca imaginaron que terminarían aquí, orillados por las circunstancias, entregados a la ciencia en el CICESE.

Lo que los doctores Yury Orlov y Serguei Stepanov tienen en común, además de ser rusos, es que arribaron a nuestro país en busca de oportunidades, tras la crisis que generó en 1991 la disolución de la Unión Soviética. Ambos tenían carreras en proceso de consolidarse, laboraban con importantes investigadores, ejercían lo que les apasionaba, y entonces un cambio político-social hizo temblar su futuro. Tuvieron que dejarlo todo, aprender un nuevo idioma que venía de la mano con choques culturales, incluso la manera de hacer ciencia en México era distinta a lo que conocían.

En ese contexto fue que decidieron arriesgarse y comenzar de nuevo.

Otra cosa que comparten es la distinción como Investigador Nacional Emérito en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), los únicos de este centro que tienen tal reconocimiento.

Pero a pesar de las similitudes, sus trayectorias han sido distintas.

En el caso del Dr. Orlov, desde hace 30 años trabaja en el Departamento de Electrónica y Telecomunicaciones en la División de Física Aplicada. Llegó aquí gracias a un congreso en Londres al que acudió en 1991, donde hizo varios contactos junto a su gurú y compañero de trabajo, el Dr. Vadim Utkin, leyenda en la ingeniería en sistemas de control. La conexión de Orlov con esta institución se logró gracias al trabajo de Utkin en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional, un proyecto que también incluía al Dr. Joaquín Alvarez.

La crisis transformó sus planes

A causa de la crisis, en ese momento sus opciones eran hacer investigación en otro país o cambiar de carrera para brindarle certeza económica a los suyos. No lo dudó mucho, y sin saber el idioma ni las tradiciones, se trajo a su familia y decidió emprender una aventura en algo que conocía bien: el control no líneal.

Aquel niño oriundo de Moscú que compartía con muchos otros el mismo nombre, popular en aquellos años por el importante cosmonauta Yuri Alekséyevich Gagarin -primer hombre en viajar al espacio exterior-, fue único en la ciudad que le abrió las puertas, único en este centro. Hoy recuerda con nostalgia sus primeros años en México, la vida que formó y que no cambiaría por nada. “Haría las cosas de la misma manera”, dice, en su oficina, mientras sostiene una placa de madera otorgada por el CICESE por ser el investigador con el artículo más citado en 2020. Para él, ese ha sido su distinción más importante.

El Dr. Serguei Stepanov se fue de San Petersburgo gracias a una invitación para trabajar como investigador en el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (Inaoe), en Puebla. Laboró en este lugar hasta que conoció el CICESE durante un año sabático y decidió que regresaría para quedarse.

En 2003 se integró al Departamento de Óptica, también de la División de Física Aplicada, donde ha obtenido sus resultados más importantes en los campos de materiales fotorrefractivos, difracción anisotrópica y registro no estacionario de rejillas fotorrefractivas.

El Dr. Stepanov considera que uno de los más grandes logros de su carrera ha sido el Primer Premio a la “Mejor Aplicación” del Congreso Internacional sobre Materiales, Efectos y Dispositivos Fotorrefractivos, otorgado por la Comisión Internacional de Óptica (ICO), en 1985.

Se jubila, pero no se va

Tras 30 años de carrera en México, Stepanov está próximo a retirarse. Coincide con el Dr. Orlov en que no cambiaría ninguna decisión, repetiría el irse de su país, establecerse en Ensenada, su papel como investigador en este centro. Quizá lo que si cambiaría sería su elección de profesión, en otras circunstancias le hubiera gustado ser psicólogo, por su carácter “blando”. Pero decidió ser científico, hizo grandes aportaciones a esta institución pública y se irá a descansar. “Pero voy a seguir escribiendo artículos, continuaré viniendo al CICESE”, asegura. Lo dice en serio, y es que la pasión no desaparece con la jubilación.

Eso es algo que distingue a los ciceseanos de cualquier nacionalidad.

 

Palabras clave: Investigadores eméritos, Conahcyt, SNI

anterior