Prevención, resiliencia, mitigación frente al cambio climático o ¿tendrá razón Guterres?




Ciencias del mar y de la Tierra

“La era del calentamiento global ha terminado. La era de la ebullición global ha llegado”, declaró António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), durante una rueda de prensa acerca del clima, el 27 de julio de 2023.

La afirmación de Guterres, seguida de un boom mediático, fue determinada por datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y del Servicio Copernicus de la Comisión Europea: “este mes (julio) ha experimentado el lapso de tres semanas más caluroso, los tres días más calientes y las temperaturas oceánicas más altas para esta época del año que se hayan documentado nunca”.

La OMM, por su parte, presentó los datos como un “anticipo del futuro” y estimó en un 98% las probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años sea el más cálido registrado, y en un 66% las de superar temporalmente la marca de 1.5°C por encima de los niveles preindustriales durante al menos un año del lustro por venir. Ambas agencias sostuvieron que las emisiones antropogénicas son el principal propulsor de estas temperaturas crecientes.

María Tereza Cavazos Pérez, investigadora titular del Departamento de Oceanografía Física del CICESE, reflexiona al respecto: “Decir que pasamos la era de calentamiento global a la de ebullición fue una declaración sorpresa para todos porque es muy extrema. Ebullición está asociada a evaporación, y sí hay calentamiento extremo, pero no es que todo se vaya a evaporar”.

A decir de la investigadora del CICESE, la declaración de Guterres subraya los eventos extremos registrados en la última década, particularmente en los de verano que están asociados con olas de calor continentales y también con el océano.

“Desde hace menos de una década se han empezado a documentar con más detalle las ondas de calor oceánicas, la primera que llegó a las noticias internacionales fue el “Blob” del Pacífico, una zona de calentamiento fuerte en la zona subtropical.”

El 13 de septiembre de 2019, la BBC publicó: “El Blob, la preocupante masa de agua caliente que está apareciendo frente a las costas de California” recordando que el fenómeno ya había ocurrido en el océano Pacífico en 2014. “Se trata de una gigantesca corriente de agua caliente frente a la costa oeste de Estados Unidos, que amenaza con causar devastación en la vida marina y en la pesca en esa zona.  Hace cinco años, cuando apareció por primera vez, los científicos la llamaron "The Blob".

Ahora, dice Tereza Cavazos, cuando vemos los mapas, la temperatura del océano revela que en todos lados está más caliente de lo habitual. En el verano, aunque puede extenderse a la primavera y el otoño, estamos registrando más eventos extremos, calurosos, sequías y olas de calor, al final de la primavera del hemisferio norte. Esos cambios, que ocurren más temprano de lo normal, están cambiando las estaciones y teniendo un impacto en la salud humana y de los ecosistemas.

Efectos sociales a la vista

Por citar un ejemplo, en el verano de 2023 se registraron altas temperaturas en Mexicali, México, y Texas, Estados Unidos, donde la demanda de energía es muy alta y no hay capacidad suficiente para cubrir a toda la población. No solo se registraron altas temperaturas, sino apagones severos por una o varias horas.

La afirmación del secretario de la ONU, desde mi punto de vista –dice la investigadora del CICESE–, se refiere a la estación de verano en general, por el calor más extremo, pero también habrá más cambios en el invierno por las corrientes de chorro que afectan más la zona subtropical –zona fronteriza de México y Estados Unidos. “La corriente de chorro se mueve hacia el norte o hacia el sur, lo que puede traer entradas de aire frío del Ártico y cambios en la circulación atmosférica, los cuales influyen en los fenómenos climáticos, como El Niño y La Niña, que, como hemos visto recientemente, pueden comportarse de manera inesperada, no con un comportamiento “establecido” como se pensaba.

Antes, solíamos describir estos patrones climáticos como comportamientos canónicos, sabíamos hasta con un año de anticipación cómo se comportarían, en promedio, dónde llovería, dónde habría sequías, dónde haría más calor, aunque claro con cierto grado de error. Sin embargo, en los últimos años, se registró un fenómeno de El Niño intenso en la zona ecuatorial (2015-2016), pero sus impactos en México fueron diferentes a lo esperado. Algo similar ocurrió con La Niña de 2016-2017.

Este invierno también tenemos un evento intenso de El Niño, después de 3 años continuos de La Niña, lo cual fue bastante anómalo, porque los eventos de La Niña generalmente duran uno o dos años. “Estos cambios, junto con el calentamiento en curso de los océanos, tienen un efecto profundo en la circulación de diversos fenómenos climáticos que afectan a nuestra región.

Por lo tanto, el llamado urgente del secretario de la ONU cobra sentido”. ¿Qué más se necesita para reducir el uso de energías fósiles, el cambio en el uso del suelo? Cuando transformas áreas boscosas y zonas verdes a áreas urbanas o agrícolas es extremadamente difícil revertirlos y restaurar su estado natural; un ejemplo reciente es el tren maya.

En la actualidad, vivimos en un mundo cada vez más globalizado y urbanizado. La importancia de la sostenibilidad y el desarrollo sustentable de las ciudades, que crecen constantemente, se ha discutido desde hace casi cuatro décadas, con raíces que se remontan a los años ochenta, pero ha cobrado un nuevo impulso con la adopción de la ONU de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y su plan para el 2030.

Este plan se enfoca en mejorar diversos aspectos relacionados con el clima, la educación, la salud y el acceso al agua, entre otros, con la meta de lograr un desarrollo más equitativo no solo en las ciudades, sino para toda la población, incluyendo a los seres vivos y los servicios ecosistémicos proporcionados por la Tierra, como la agricultura, los océanos y las selvas, que son esenciales para la seguridad alimentaria y la salud de la población en general.

El llamado del secretario general de la ONU, con miras a la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), más comúnmente conocida como Conferencia de las Partes (COP) 28 o Conferencia Mundial del Clima, que inició el 30 de noviembre y terminará el 12 de diciembre de 2023, en Dubái, busca establecer límites más realistas, considera Tereza Cavazos.

COPs e innovaciones tecnológicas

A pesar de que en las COP anteriores se definieron las contribuciones de los países para el año 2030, el efecto invernadero en sectores clave como la industria, el transporte y la agricultura requieren innovaciones tecnológicas. Un ejemplo es Tesla, empresa que está haciendo esfuerzos significativos en la dirección correcta, pero tomará varios años o décadas para que estos avances se vuelvan de uso generalizado en la sociedad.

Estos cambios tecnológicos e innovaciones representan un proceso gradual de cambio social y cultural; por ejemplo, los teléfonos BlackBerry eran considerados un lujo, pero ahora los smartphones y las laptops son omnipresentes hasta en los niños. De manera similar, es probable que en una década veamos una adopción más generalizada de automóviles híbridos y totalmente eléctricos y paneles solares en todas las casas donde hay suficiente luz solar, especialmente a medida que la tecnología se vuelva más accesible.

Y el problema que nos preocupa, continúa la doctora Tereza Cavazos, es el tiempo que nos llevará implementar estos cambios. Ya hemos alcanzado el aumento de 1.5°C en la temperatura global en algunos meses específicos, una marca que queríamos evitar a escala anual. Esto subraya la urgencia de acelerar la transición hacia tecnologías más sostenibles.

Un primer resultado de la COP28 en Dubái es que las Partes acordaron poner en marcha el fondo para pérdidas y daños y los acuerdos de financiación para países en desarrollo. Las pérdidas y daños se refieren a los impactos negativos del cambio climático.

Pensar global, actuar local

La implementación de cambios estructurales para crear una sociedad más resiliente lleva tiempo. Los llamados de atención respecto al cambio climático han estado presentes desde la década de los noventa. Sin embargo, la mayoría de los gobiernos, como México, tienden a ser reactivos en lugar de preventivos.

El problema con las acciones reactivas es que a menudo se centran en solucionar problemas a corto plazo en lugar de abordar las causas subyacentes y buscar soluciones a largo plazo. Por esta razón, se enfatiza la necesidad de adoptar un enfoque preventivo a largo plazo, como la implementación del uso de energía solar, la adopción de sistemas de reúso y tratamiento de aguas, la construcción de viviendas con un mejor aislamiento del calor y el frío, etc.

En América Latina, se han utilizado ampliamente los créditos verdes para financiar proyectos de conservación forestal y edificios sostenibles. Sin embargo, en países en desarrollo, como México, aún estamos en las etapas iniciales de la adopción de tales iniciativas debido a desafíos financieros. A pesar de las aspiraciones, aún no se han alcanzado acuerdos sólidos entre estados y municipios para reducir emisiones de gases de efecto invernadero y otros impactos ambientales. El camino hacia un futuro más sostenible es claro, pero la capacidad financiera y la cooperación internacional son factores clave para lograrlo.

En México, tenemos leyes y normativas en vigor que establecen pautas claras; sin embargo, el verdadero desafío radica en la implementación efectiva de estas regulaciones; aplicar leyes y normas es una tarea compleja.

En algunos estados de México, se han desarrollado planes estatales de acción climática que contienen recomendaciones y directrices para abordar la adaptación y la mitigación al cambio climático. Aunque no todos los estados cuentan con estos planes, un buen número ha avanzado en esta dirección. Sin embargo, la clave sigue siendo la ejecución y operatividad de estas medidas para lograr un impacto real y positivo para la protección de la sociedad y del medio ambiente.

El gobierno de Baja California tiene programas institucionales de cambio climático e inventarios de emisiones promovidos por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) como el Programa Estatal de Acción ante el Cambio Climático de Baja California (PEACC-BC), 2012 y 2015. 

Desafortunadamente, en el gobierno de Jaime Bonilla no se le dio continuidad al plan ambiental. El gobierno estatal anterior había implementado algunas propuestas de acción del PEACC-BC en los municipios del estado, como el Programa de Verificación Vehicular (PVV), el cual, probablemente involucró una inversión considerable, pero fue desmantelado durante la transición al siguiente gobierno. Nuestros gobiernos deberían tener una visión de largo plazo y no debería importar qué partido hizo alguna obra en particular, sino darle continuidad si es en pro del bienestar del pueblo.

Un impacto negativo de desmantelar el PVV es que durante la pandemia se observó un aumento significativo en el flujo de traileres en nuestro estado, para cubrir las necesidades de materia prima y de productos esenciales. Este transporte no solo genera problemas logísticos en las carreteras, sino que son una fuente significativa de contaminación ambiental. Inicialmente, se esperaba que el flujo disminuyera cuando la pandemia estuviera bajo control. Sin embargo, esto no ha sucedido.

Es importante destacar que no estamos cuestionando la importancia de los traileres en el suministro de productos; sin embargo, es necesario abordar la falta de verificación vehicular para estos y nuestros propios vehículos, para reducir su impacto negativo en el medio ambiente y la salud pública.

Actualmente, en Baja California no existe una supervisión y continuidad efectiva en temas ambientales. Cuando la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda asumió el cargo, en una reunión en el CICESE expresamos esta preocupación y la importancia de abordar este y otros temas de relevancia para la sociedad y el medio ambiente relativos al clima; se nos aseguró que lo considerarían seriamente, sin embargo, hasta la fecha, el gobierno no ha tomado ninguna medida concreta al respecto.

En el contexto local, estos temas tienen un impacto significativo en nuestra comunidad, especialmente en Ensenada, donde dependemos de un número limitado de carreteras. La proliferación de traileres en la zona de El Sauzal ha generado un problema importante para la movilidad local, así como el aumento de la contaminación y polvos que afectan a la salud.

Además, la comunidad de El Sauzal y los alrededores también enfrentan problemas de olores desagradables todos los días. Aunque este problema no está directamente relacionado con el cambio climático, la creciente temperatura puede intensificar los olores, lo que afecta a la calidad de vida de los residentes. Es crucial que la industria tome medidas para reducir sus emisiones, como la instalación de filtros en empresas pesqueras y plantas de tratamiento. Esta acción ayudaría a mejorar la calidad del aire y a proteger la salud de la población.

En resumen, creemos que es fundamental que se tomen medidas en todos los órdenes de gobierno para abordar estos problemas locales que afectan nuestra calidad de vida y bienestar.

Prevención y adaptación

Tereza Cavazos participó en la elaboración del Programa Estatal de Acción ante el Cambio Climático de Baja California, coordinado por la SEMARNAT con apoyo del gobierno y el Conacyt, y la participación de otras instituciones, como el COLEF y la UABC, además del CICESE. También fue fundadora de la Red de Desastres Asociados a Fenómenos Hidrometeorológicos y Climáticos (REDESClim), en el año 2010: “Estuve activamente involucrada en la red hasta aproximadamente el 2014.  REDESClim ha experimentado un crecimiento significativo de miembros y siguen trabajando en temas relacionadas con la gestión de riesgos y la prevención de desastres. Además, la red ha establecido colaboraciones sólidas con diversas instituciones, incluyendo el Servicio Meteorológico Nacional, Protección Civil, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) y municipios locales".

Con la experiencia y retroalimentación de esas iniciativas, la investigadora del CICESE subraya la importancia de la prevención, como una parte fundamental de nuestra adaptación a largo plazo. La prevención se centra en implementar acciones (estructurales y operativas) que eviten o reduzcan los impactos negativos de algún fenómeno natural o los asociados con el cambio climático, permitiéndonos tener tiempo para adaptarnos de manera más efectiva. La prevención y la adaptación generan una sociedad más resiliente.

La resiliencia es otro concepto crucial, subraya la investigadora del Departamento de Oceanografía Física. Un sistema o comunidad resiliente es capaz de recuperarse rápidamente de eventos extremos o condiciones adversas. Por ejemplo, en Baja California, un evento de lluvias extremas puede causar deslaves y estragos en Tijuana, pero no necesariamente en San Diego.

Aunque es el mismo evento en ciudades cercanas, la diferencia en Tijuana es la falta de planificación urbana y la construcción en zonas de riesgo. “La seguridad y el bienestar de las familias y sus inversiones deben ser prioritarios para todos, desde el gobierno hasta los constructores y los ciudadanos”, subraya Cavazos.

Los desastres por deslaves en Tijuana no son "naturales", sino producto de la actividad humana, por “riesgos socialmente construidos”, por permitir la construcción de viviendas cercanas a arroyos, cerros, cañones e invasión de lechos de presa, por citar algunas ubicadas en zonas de alto riesgo. Este concepto de riesgo también lo aplicamos al cambio climático, ya que, en última instancia, se producen impactos causados por la actividad humana.

Además, la adaptación a la variabilidad y el cambio climático implica una serie de factores interconectados, como la educación, la edad y el género. En algunas ciudades del mundo, se establecen horarios de trabajo adecuados para proteger a los trabajadores de las altas temperaturas, algo que en México no es común. Esto también se extiende a otras ocupaciones al aire libre, como la agricultura, donde la exposición prolongada al calor puede ser peligrosa. Sería fundamental que los empleadores de estos sectores fueran más conscientes de estos riesgos y adoptaran prácticas laborales más seguras.

En síntesis, concluye Tereza Cavazos, la adaptación y la reducción del riesgo requieren una comprensión profunda de la complejidad de los factores involucrados. La concienciación y la toma de medidas preventivas por parte de empleadores, empresas y el gobierno podrían ayudar a mitigar algunos de estos riesgos y proteger a quienes están en mayor peligro.

Palabras clave: ebullición global, cambio climático, mitigación, resiliencia, COP28

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