La Noche de las Ciencias, la aventura volvió a casa
El evento de divulgación regresó este 2023 al circuito CICESE-UABC-UNAM
La cita estaba pactada a las cuatro de la tarde, pero al menos dos horas antes ya se habían acercado algunos asistentes, delatados por el gesto entre curiosidad y duda, a preguntar por horarios y recomendaciones para su recorrido. Los módulos estaban en proceso de acondicionamiento y se veía viajar a los equipos de expositores cargando cajas, materiales, instrumentos, peceras, telescopios y todos los utensilios que la divulgación demanda para explicar temas científicos de la forma más sencilla y amena posible. Fueron meses de preparación con la misión de conseguir de nuevo esas expresiones de asombro que solemos ofrecer cuando aprendemos algo, cuando conectamos un nuevo conocimiento con nuestra realidad. Ya que faltaban solo 30 minutos para dar inicio, los rayos del sol dominaban la tarde y el primer autobús salió del museo Caracol rumbo al circuito que forman el CICESE, la UABC y la UNAM. Después de tres años fuera de esta sede, La Noche de las Ciencias volvía en su séptima edición para abrir las puertas de edificios y laboratorios y permitir que miles recorrieran instalaciones de las que, a veces, solo conocen las fachadas. “¿Por dónde comenzamos?”, se escuchaba preguntar entre los grupos que puntuales iniciaban el recorrido, al que también le llamamos aventura, solo por la diversión. La pregunta no era de importancia menor. Este año La Noche de las Ciencias rompió su propio récord al ofrecer 170 actividades, entre exposiciones, talleres, charlas, recorridos por laboratorios y presentaciones artísticas. La mayoría de estas actividades fueron continuas y permanentes a lo largo del evento, lo que ofreció flexibilidad para que los asistentes decidieran la ruta de su recorrido. Es por eso que algunos grupos de familias y amistades comenzaron su Noche de las Ciencias en la UABC, entre cultivos de abulón, semillas de ostiones, tapetes microbianos y parásitos de peces, en el Instituto de Investigaciones Oceanológicas; otros, primero saludaron a los ajolotes, vieron luchar océanos contra lagunas y exploraron el microsmos de la laguna Ojo de Liebre en la Facultad de Ciencias Marinas; mientras que otras personas primero descubrieron los misterios de la luz y aprendieron más sobre el borrego cimarrón de Baja California en la Facultad de Ciencias. Durante la jornada, decenas de grupos descendieron del autobús casi en la cúspide del CICESE, donde practicaron Lengua de Señas Mexicana con inteligencia artificial, aprendieron sobre Florecimientos Algales Nocivos y marea roja y se divirtieron con un videojuego que ayuda a regular las emociones, para después descender hacia la biblioteca y aprender sobre cómo se clasifican los libros, y posteriormente descender un poco más para encontrarse con el mundo de las microalgas, conocer sobre la nutrición para peces de acuicultura, zambullir la cara en agua con equipo de buceo y hacer identificación genética de especies acuícolas. Algunos otros, emprendieron el recorrido desde el Laboratorio de Ecología Pesquera del CICESE porque ¿quién quiere perderse la oportunidad de preguntar todo sobre tiburones? Además, saliendo de ahí niñas y niños corrían directo a treparse en Rigel y Antares, dos embarcaciones menores en exhibición, para después concentrarse en el amplio campo del ADN y la genética y las exposiciones sobre la física del océano, esa área que estudia olas y corrientes marinas. Otros visitantes prefirieron iniciar en el cielo, observando a través de los telescopios del Instituto de Astronomía de la UNAM, y ya estando ahí aprovecharon para hacer un recorrido virtual por el Observatorio Astronómico Nacional ubicado en el Parque Nacional Sierra de San Pedro Mártir, inspeccionaron el centro de supercómputo donde se almacenan y procesan los millones de datos que generan las observaciones astronómicas y echaron ojo, por el microscopio, a los tardígrados del Laboratorio de Astrobiología. Cayó el sol y, ahora sí, La Noche de las Ciencias empezaba a hacerle honor a su nombre. Salieron suéteres y chamarras para proteger de la densa neblina que llegaba desde el mar y poco a poco se incorporaba entre los edificios. Qué mejor momento para estar entre científicas y científicos capaces de explicar el fenómeno que estaba invadiendo el evento. Y la neblina y el clima fresco no ahuyentaron a nadie, si acaso a los adultos quienes se dirigieron a las cafeterías en busca de la apreciada bebida. Mientras, el público infantil se aglutinó en el Centro de Nanociencias y Nanotecnología (CNyN) de la UNAM, donde el museo Caracol les puso a lanzar cohetes a pisotones y experimentaron con la luz. Otro ejército de peques se abarrotó en las actividades de Ciencias de la Tierra, en el CICESE, para corroborar cómo se mueve la Tierra, que rocas y minerales cuentan historias y que los lagos volcánicos son un mundo asombroso. Ahí mismo, niños y adultos cazaron sismos y lanzaron preguntas a los geocientíficos. Simultáneamente, en los auditorios de las tres sedes, especialistas y asistentes charlaban sobre plantas desérticas, peces y vida submarina, agua, eclipses, la Vía Láctea, fotografías nanométricas, energías alternas, composta e internet de las cosas. La Noche de las Ciencias no estaría completa sin las valiosas presentaciones artísticas, y el público lo sabe. Por eso la presentación Manual para habitar(me) en la Tierra de Clica, arte escénico fue ante un auditorio lleno, listo para ser deslumbrado con teatro, música, danza y proyecciones. Un poco más tarde sería el turno de Lumina, interpretado por Valeria Berrelleza, de cautivar a los asistentes con una presentación artística y visual. Más avanzaba la tarde y más avanzaban los grupos, a pie o en el transporte interno, portando en sus muñecas las pulseritas de La Noche de las Ciencias. Esas pulseras fueron símbolo del desafío que presentó esta edición a quienes asistieron. Por un lado, debían hacer una rigurosa selección, porque el tiempo no sería suficiente para acudir a todas las actividades. Por otro lado, era indispensable visitar las tres instituciones para conseguir alguno de los populares obsequios que se entregan en los módulos de información a quienes tienen en su pulsera un sello o una firma que constata que estuvieron en la UABC, la UNAM y el CICESE. En La Noche de las Ciencias, el aprendizaje se recompensa. Eran las 8:45 de la noche, hora de preparar el cierre. Solo quedaban 15 minutos y no había motivo para desperdiciarlos. Ahora sí, a elegir el laboratorio, la exposición o el taller para terminar el recorrido. Sitios de transporte, estacionamientos y módulos de información (sí, por los regalos) volvían a ser puntos de concentración. Expositores, talleristas y staff comenzaban a vislumbrar la recta final de una jornada que, para algunos de ellos, supera las 12 horas. Comenzaba el intercambio de las experiencias ganadas en la jornada, los suspiros y las risas. Los grupos se empezaban a disipar y a retirar, obsequios y manualidades en mano, con pies cansados pero, muy especialmente, con una nueva experiencia colectiva conseguida, la curiosidad por muchos temas que después se habrán de investigar a más profundidad y el testimonio de que la ciencia es un buen motivo para hacer comunidad. Galería completa de La Noche de las Ciencias 2023: |