¿Puede un virus mantener saludable a un ser humano?
Recopilación de aportaciones virales - Parte 1
A pesar de interferir con los planes de cumpleaños, boda, graduación o viajes de muchas personas por las enfermedades que pueden causar, desear que los virus se extinguieran del planeta sería un pensamiento suicida. Los virus son las entidades biológicas más abundantes en el mundo y son parásitos intracelulares obligados, es decir, dependen de una célula para hospedarse y realizar todas sus funciones vitales. Estos microorganismos existen en dos fases: una inanimada, fuera de organismos vivos, y una fase de multiplicación en una célula infectada. Esa dependencia hacia su hospedero da como resultado la necesidad de mantenerlo vivo para seguir replicándose. Sin embargo, su condición de parásito tiende a generar estragos dentro de los organismos vivos que, en ocasiones, les provocan la muerte. Es importante mencionar que los virus más “exitosos” no son aquellos que matan a su hospedero, sino los que logran mantenerlo vivo para promover su propagación. Entonces, ¿un virus puede mantener saludable a un ser humano? La respuesta es sí. Los virus ayudan a mantener saludables a muchos, sino es que a todos los organismos que habitan la Tierra.
La historia y la ciencia demuestran constantemente que a pesar de que algunos virus son agentes patógenos que pueden desencadenar enfermedades en el cuerpo humano, aportan grandes beneficios en distintos escenarios biológicos.
Existe una gran diversidad de virus en los ecosistemas, particularmente en los organismos; más que representar una amenaza, son parte de un sistema complejo, que forma asociaciones que dan lugar a holobiontes, entidades ecológicas compuestas por un hospedero y su microbiota. El cuerpo humano tiene en promedio 10 billones de células (Bianconi, 2013), ese número es superado alrededor de 10 veces por bacterias, y aproximadamente 100 veces por los virus. Entonces, si hay tantos, ¿por qué no es posible observarlos a simple vista? Una partícula viral puede medir entre 20 y 1500 nanómetros (Flint, 2015). Si se toma como referencia un cabello humano, la punta de cada hebra tiene alrededor de 100 mil nanómetros, es decir, en ese círculo cabrían aproximadamente mil partículas virales de un coronavirus como el SARS-CoV-2, cuyo tamaño es de aproximadamente 100 nanómetros. Esto quiere decir que las posibilidades de que los virus se encuentren en la tierra, el mar, el cuerpo humano, el perro de los vecinos o el cultivo de un agricultor se vuelven ¡infinitas! Entonces, ¿cuáles virus tienen una función “benéfica”? Existe una gran variedad de virus que aportan un beneficio a su hospedero, como los que se alojan en el intestino de los humanos y de otros mamíferos, en grandes cantidades y en constante replicación. Estos virus, conocidos como bacteriófagos, regulan las poblaciones de bacterias residentes asociadas a la digestión del hospedero. De esta forma, ambos se benefician en un evento conocido como mutualismo. Existen virus de mamíferos que son capaces de protegerlos de otros patógenos, incluso de otros virus. Por ejemplo, los pacientes que se infectan con el virus de inmunodeficiencia humana tipo 1, VIH (especie Human immunodeficiency virus 1) pueden desarrollar una progresión de la enfermedad más lenta al ser co-infectados por el virus de la hepatitis G, GBV-C (especie Pegivirus C), el cual no muestra síntomas clínicos. Esto se debe a que el GBV-C regula los niveles de receptores celulares para la entrada del VIH-1. De esta manera, se reduce su replicación y se promueve la actividad antiviral, que es la encargada de eliminar infecciones por virus (Bhattarai y Stapleton, 2012). La infección por el citomegalovirus HHV-5 (especie Human betaherpesvirus 5) también inhibe la infección de VIH-1 en cultivos de células mieloides. Mientras que el virus de la hepatitis C, VHC (especie Hepacivirus C), es suprimido en pacientes que presentan infección por el virus de la hepatitis A, VHA (especie Hepatovirus A) (Roossinck, 2011). Por otro lado, hay una gran diversidad de virus que nos protegen contra infecciones no virales. Por ejemplo, se ha demostrado experimentalmente que el desarrollo inducido de diabetes tipo 1, se puede inhibir en ratones mediante la infección previa con virus linfotrópico. A su vez, existen virus oncolíticos cuya infección se ha propuesto como posible tratamiento antitumoral debido a su capacidad para atacar células cancerígenas en humanos. Los virus oncolíticos ofrecen la atractiva combinación terapéutica de la muerte celular específica del tumor junto con la estimulación de la respuesta inmunitaria.
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